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EL PRIMERO, VA... Y SE VA

  • Foto del escritor: roserproscopywriter
    roserproscopywriter
  • 5 nov 2020
  • 4 Min. de lectura

Me ha pasado una vez hace un momento y como hay un Dios (o varios, no sé), no volverá a ocurrirme. Acabo de escribir un artículo, EL artículo, de hecho, que da la bienvenida a este blog y como todavía no conozco los rudimentos de esta página, por arte de Birli Birloque, ¡puf!, lo he perdido. ¡Qué rabia, con lo bien que me había quedado!

¿Os ha pasado alguna vez? A mí me ocurrió en una ocasión cuando estudiaba bachillerato. De esto hace... y tantos años, pero no lo he olvidado nunca. Estaba yo la mar de contenta a punto de finalizar un trabajo de esos de tomo y lomo sobre la guerra civil española para la clase de historia. Lo había complementado con fotografías, con acotaciones y aclaraciones a pies de página, con una bibliografía completísima, con un título súper chulo... Todo esto tenía mucho mérito porque en aquel momento no existía la Vikipedia, ni el Rincón del Vago ni de hecho, yo tenía a mi alcance ninguna página de internet que me ayudara, lo que significa que toda la documentación que había aportado al trabajo, investigada, resumida, redactada, ordenada, ilustrada y todos los “adas” que queráis añadirle, los había conseguido a base de libros, periódicos e incontables horas de biblioteca. ¡Anda que no estaba yo contenta con mi trabajo y con el sobresaliente que estaba segura que el profe me pondría! A la hora de la verdad, el ordenador hizo ¡puf!,... y se apagó, se fundió, se murió... con mi trabajo redactado con Lotus Amipro, ¡sin guardar!

Fue irrecuperable. Si os digo que enfermé, podéis creerme por qué es cierto. Enfermé del disgusto ¡y de la rabia! Fui incapaz de volver a redactar todo el contenido del trabajo perdido. Hablé con mi profesor bañada en un mar de lágrimas y el profe me vio tan afectada que me propuso que hiciera lo que pudiera sin prisa, saltando la fecha de entrega, cuando lo viera posible, eso sí, antes de finalizar el curso. Pero yo no pude. No pude.

Hace un rato, contenta por el hecho de estrenar blog (y además con este diseño tan chulo), me he puesto a escribir sobre la locura de la escritura (uy, un pareado, mira por dónde), incluso había añadido la dirección de mi anterior blog, mucho más cutre que el de ahora: https://roserprosroca.blogspot.com/ por si os queréis dar un garbeo, pero soy bastante incapaz, ahora mismo, de reproducir lo que había escrito para vosotr@s como bienvenida a este espacio que, espero y deseo, también sea el vuestro.

En resumen os decía que la escritura no es una locura propia de personas que han nacido con una estrella iluminándoles, sino que es un proceso que requiere disciplina, método, técnica y la tozudez de llevar hasta el final un proyecto por escrito. ¿Y la creatividad? También, también, aunque lo que prima y marca la diferencia es siempre la técnica y el método.

¿Cualquiera puede escribir? Sí, cualquiera. No hace falta que esté atormentado, torturado, tenga vidas horribles, tenga secretos inconfesables, sea un desecho social o solo sepa escribir de lo que ha vivido. Con que se someta a esta pauta, aunque sea a golpe de látigo, es suficiente. La sensibilidad y la gracia también tienen mucho que decir, que conste. Porque a escribir se aprende y la forma más fácil de mejorar y de crecer es con la lectura de l@s “grandes” escritor@s de la historia, cada cuál que escoja y determine según su gusto personal y su momento literario, quien o quienes son est@s “grandes”, l@s imprescindibles, l@s de cabecera.



En el artículo perdido (¡maldita sea!) también os explicaba que personalmente, he leído desde que tengo uso de razón (a los tres años recién cumplidos, mi abuelo paterno, que era maestro de los de antes, depurado en su momento y ya jubilado, me había instruido en los rudimentos de la lectura sílaba a sílaba y al poco, hilando las palabras una tras otra con fluidez y soltura) y que he estado siempre rodeada de muuuuuuchos libros. Por lo tanto, dar el salto a la escritura fue algo natural para mí. Lo extraño es que no lo hubiera hecho.



Ahora, después de arrastrarme durante años y años por trabajos mugrientos que no me han aportado nada, excepto un mísero sueldo de esclava al final del mes, he decidido, por fin, hacer todo lo posible por convertir mi pasión por escribir en mi forma de vida. He decidido dedicarme al copywriting, es decir, escribir por encargo de forma tan persuasiva, que mis palabras ayuden a mis clientes, a tener más ventas. Conversión se le llama y es el objetivo último del copywriting.

Puede decirse, por lo tanto, que soy una copywriter en ciernes. De hecho, ahora he conseguido poner nombre a lo que llevo haciendo desde hace muchos años, forma rudimentaria y intuitiva, sin método alguno. Sí, soy copywriter y os doy la bienvenida a este blog que a partir de ahora, también será el vuestro, si lo queréis. Os iré contando como voy evolucionando y lo que voy encontrando por este mundo apasionante y extraño.

Poco a poco. Step by step.

De momento, hasta otro ratito.

Bye!



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